El significado de los grabados en el conocido como "El tesoro de Abengibre", un conjunto de platos y cuencos del siglo IV a.C., me ha servido para conocer mejor como vivían las mujeres de hace 2.400 años en esta área de la "manchuela". Los grabados que esta vajilla ceremonial posee, fueron grabados, a mi entender, por aquellas mujeres de la Mancha.
Mujeres de epoca pre-cristiana que les tocó vivir una época muy difícil, pequeñas comunidades donde los hombres, maridos e hijos morían tempranamente en aquella convulsa época antigua. Las mujeres tenían la responsabilidad del gobierno de fincas, la familia, la comunidad y la religión mientras sus hombres estaban en la guerra, prisioneros como esclavos o simplemente morían en ellas. Las inscripciones de esta vajilla ibérica ofrecen un triste sentimiento de soledad, desesperación por falta de descendencia en aquellos núcleos poblacionales muy reducidos, donde muchas veces era imposible aumentar la familia sin la temida consanguinidad, de la cual conocían sus riesgos.
El geógrafo griego Estrabón (que nunca piso tierra iberica) escribió sobre aquellas mujeres iberas:
“… Las mujeres trabajan la tierra y paren en el mismo campo, bajo un árbol y luego siguen trabajando…”; “… El esposo es el que dota a la mujer y son la hijas quienes heredan y eligen las esposas para sus hermanos…” , “… tales costumbres apuntan a una ginecocracia que no puede llamarse civilizada…” ()
Lo referente a la maternidad ha sido un aspecto muy discutido, debido en su mayor parte a la falta de referencias artísticas. Parece ser que con bastante frecuencia se practicaron métodos de anticoncepción y abortos, además, el embarazo y el parto no eximía a la mujer de los trabajos de la casa y del campo. El número de hijos de las mujeres no era demasiado alto, podría situarse en torno a tres, relativamente bajo teniendo en cuenta que tasa de mortalidad infantil era bastante alta. Ciertos autores aceptan que los pueblos iberos practicaban la “covada”, siguiendo la tradición de la que Estrabón hacía alusión a esta práctica en Iberia.
(imagen David Parcerisa)
La “covada” es una costumbre por la que la madre, durante el nacimiento de un hijo o inmediatamente después, le cede el lecho al padre. En muchas sociedades, la función social de la “covada” era y es reafirmar el papel o la legitimidad del padre. Se suele asociar con sociedades matrilineales. El autor de una publicación sobre el matriarcado (Johann Jakob Bachofenr) explica que la “covada” tiene su origen en el tránsito de las primitivas sociedades matriarcales a las patriarcales, donde el poder, por razones religiosas estaba en manos femeninas. Esta costumbre en la peninsula ibérica se practicaba entre astures, cántabros, vascos, maragatos, ibicencos, corsos, e iberos.
El matrimonio, se celebraría en torno a los trece o quince años. La esperanza de vida rondaba entre 25-35 años, si bien las clases altas superaban los 50 años, siendo muy frecuente en ellas la defunción por causas naturales.
Segun los autores, la mujer ibera estaba bajo la autoridad paterna, primero bajo la del padre y luego bajo la del marido, pero yo lo pondria en duda. Sin embargo la mujer era transmisora de status, nobleza, daba por ella misma, prestigio al hombre; por tanto las relaciones matrimoniales eran una vía para el varón de ascender socialmente. La situación de la mujer ibera depende de su clase social. Si pertenece a la aristocracia, goza de amplios privilegios, como se deduce de los ajuares de sus tumbas, que compiten en riqueza con los de los hombres. Incluso algunas mujeres ostentaron una posición más elevada que la propia aristocracia, en el papel de sacerdotisas, consideradas en algunos casos divinas. "Es posible además que el sacerdocio estuviera integrado solamente por mujeres y la prostitución sagrada fuese una práctica común" (Jiménez Estacio, 2009: 5-6).
La necesidad de procreación era común en muchas zonas del mundo en aquella época, desde el levante Ibérico, Sicilica, Roma, Grecia; Creta, Malta, Cartago, Egipto, hasta Palestina, y se superó gracias a unas deidades o "diosas de la fertilidad". Esta necesidad finalizó con la paz que trajo el dominio del imperio romano.
Estas diosas tenían sus santuarios por toda la cuenca del mediterraneo, los cuales servían para que las mujeres quedaran embarazadas y engendrasen mas hijos, aun sin disponer de pareja o marido. Las mujeres casaderas e incluso vírgenes tenían obligación religiosa de acudir a estos santuarios para rogar a la Diosa y tener relaciones sexuales SOLO CON EXTRANJEROS, con hombres de otras regiones, evitando así la consanguinidad. Este acto sexual era a cambio que el hombre diese un donativo al santuario, y era tan bien visto por aquella sociedad, que la mujer no debía pagar donativo alguno el resto de su vida. Esta práctica aseguraba el aumento poblacional y el fruto de esas uniones eran niños más sanos. Tal era el grado de aceptación de este rito que ESTOS NIÑOS TENÍAN ACCESO AL TÍTULO REAL O NOBLE. Algunos ritos que se asociaron a la fertilidad humana aun perduran en las culturas actuales, la ablación y la circuncisión por ejemplo.
Eran tiempos de matriarcado, y el trono se heredaba a través de la madre o la hermana, por lo que era frecuente que el rey viudo se casara con la hija, o el hermano con la hermana para no perder su titulo.
En aquellos tiempos antiguos, los reyes y sacerdotes tenían el deber de atraer la lluvia, para lo que tenían institucionalizados matrimonios sagrados con las diosas de la fertilidad (los sacerdotes y las sacerdotisas prostituidos en el templo).
Los frutos de estas uniones eran considerados hijos de la deidad, y creían que con el tiempo serían padres de dioses y diosas, en la época donde las monarquías se heredaban a través de la madre o la hermana. La costumbre sobrevivió hasta el S. II d.C. en que fue abolida por Constantino, que destruyó los templos a estas divinidades ubicados en sus reinos, y los substituyó por cristianos. Los judíos seguidores de Yahve también eran contrarios a esta religion materialista (baalismo), instaurando con ayuda de los romanos su creencia en Israel. Nadie pudo desde entonces alegar derecho al trono, ni de Judea, ni de Iberia, ni de Sicilia, etc.
Mi impresión es que, aquella vajilla ceremonial tan rica y excepcional aparecida en Abengibre, pertenecía a un santuario religioso de este estilo, a un lugar de culto baalístico, a un "portal" como el de Belen.
Este tipo de diosas han estado presentes en iberia y su figura evolucionó hasta convertirse en las Damas que ahora conocemos de esta cultura. De ser una divinidad en posición erguida y desnuda paso a ser una divinidad sentada, con exuberantes joyas y vestidos. En la mancha son varios los ejemplos, el Cerro Gil de la ciudad ibera Laxta (Iniesta), en El Pozo del Moro (Chinchilla), Cerro de los Santos, etc.
La necrópolis de Iniesta, descubierta en 1999, mostro en su excavación uno de los mosaicos de guijarros más antiguos de Iberia y del mediterráneo, estando catalogado en 2.500 a.C. En el se aprecia una figura semejante a Astarté, Istar, Astártu, Uni-Astre, Astar, Athar, Inanna, Atargatis, Ashtar, o similares, pero nada sabemos sobre el término utilizado por los iberos para denominarla. Creo esta es la "abuela" de las Damas ibéricas que conocemos actualmente.
Las Damas ibéricas suelen portar un cuenco o recipiente donde albergar un líquido, como otras deidades Mesopotámicas que evolucionaron paralelamente. (ver siguiente imagen Dama ofrente de Albacete y sobre fondo rojo Dama ofrente Persa)
Eran deidades, de las cuales creían, que tenían poder sobre la fertilidad, el agua y los astros. Otro poder atribuido a las Damas, al igual que a "Istar" era su poder para volar y rescatar a los muertos del inframundo. Cuenta la creencia religiosa que esta deidad rescato del inframundo a su hermano, representado en un animal fiero, carnero, lobo, etc,.
Las diosas de la Fertilidad de iberia también son figuras aladas, pero ya se sitúan en posición sedente sobre silla de aspas, portan palomas y flor de loto.
Los santuarios eran utilizados por las mujeres de la zona, no solo para favorecer embarazos sino también para parir en compañía ayudadas de otras mujeres, visto los diferentes textos encontrados en la vajilla de Abengibre. Es de suponer que, aquellas mujeres cuyos maridos morían en el campo de batalla, eran hechos prisioneros, esclavos o no volvían de ellas, estas mujeres acudían ellas solas a estos santuarios a parir de forma más segura, (como el "portal de Belen" al que se acudia a parir en compañia de otras mujeres).
Así fue evolucionando la figura ibérica de la diosa de la fertilidad hasta ser una verdadera reina, una "dama ibérica".
Redactado por: Igor Leibar