La vajilla ibérica de Abengibre, conocida como “El Tesoro de Abengibre”, es la pieza arqueológica más importante de las halladas hasta el momento en la provincia de Albacete. Fue encontrada en febrero de 1934, por pura casualidad, por Sebastián Pérez López mientras estaba cavando en el paraje denominado «El Vallejo de las Viñas», que se encuentra en la loma situada frente al actual emplazamiento del pueblo y camino de Bormate.
En total se descubrieron 22 platos de plata, de diferentes tamaños y formas, y unas “madejas” a modo de cintas estrechas del mismo metal. Nueve de ellos fueron vendidos al Museo Arqueológico Nacional a mediados de 1934, otros nueve a la Casa de Antigüedades «La Dama de Elche» en Valencia, quienes a su vez los vendieron también al M.A.N., y los cuatro restantes fueron regalados o vendidos a particulares por la familia del descubridor.
Según Joaquín Sánchez Jiménez y Pío Beltrán Villagrasa (1962), que fueron los primeros en ver este «tesoro ibérico», la mayoría de los platos medían unos 323 o 320 milímetros y algunos presentaban dibujos a buril de palmetas de tipo decorativo, el perfil de un guerrero con casco y una lanza en cada mano, siluetas muy toscas de animales y epigrafía ibérica.
De este conjunto, los platos que contenían los dibujos podrían corresponder con los cuatro platos desaparecidos durante las transacciones de venta, ya que en posteriores estudios nada se dice sobre ellos. Está fechado entre los siglos IV-III a.C. y formaban parte de la vajilla ceremonial de un santuario que se ocultó en un momento de peligro. Se trata de un hallazgo sin igual.
Presentan dibujos y decoraciones así como inscripciones en alfabeto ibérico (meridional) interpretadas como invocaciones divinas o alusiones a los propietarios. Juan Cabré tratando los dibujos de este plato dijo: “en época indeterminada se grabaron en el anverso de la base de uno de los grandes ejemplares una pequeña figura varonil cazando un ciervo que vuelve la cabeza, un lobo u oso y un jabalí, y en el reverso un guerrero ibérico que cubre su cabeza con un casco de alta cimera, acometiendo con dos lanzas a otro que le afronta, y del que solo se ve la cabeza”, en este plato también hay otros dibujos, y dice: “una silueta de mujer perfilada a la derecha y con los brazos extendidos hacia delante, como llevando un plato..”
Yo tambien creo que fueron parte de un ajuar de algun santuario íbero, aunque tanto en Pozo del Moro de Chinchilla o el Cerro Gil de Iniesta son necrópolis con presencia de una Diosa de la fertilidad, creo que estas piezas son del santuario íbero de La Cava. Un santuario mas al norte, con cubierta, tres estancias, puerta de acceso y con numerosas hornacinas donde exponer objetos. Segun los arqueólogos sufrio un terremoto quedando parcialmente destruido en el S. III o principios del IV a.C. aunque podria haber sufrido la ira de los cartagineses por el asesinato del general Asdrúbaal a manos de un olcade, viéndose obligados a huir. Los constructores del Cerro Gil posiblemente esten emparentados con los de La Cava, ambos sitios dentro del territorio "olcade". Los olcades eran una tribu localizada en la provincia de Cuenca y gran parte de la actual de Albacete. Ocupaban las tierras meridionales del sistema Ibérico y de la cuenca del Júcar al sur de la serranía de Cuenca, ya perteneciente a los celtíberos, entre las llanuras litorales habitadas por edetanos y las del interior por carpetanos. Los yacimientos arqueológicos (Iniesta, Barchín del Hoyo, Manchuela conquense) indican que todo el territorio manchego al sur de la Serranía conquense era de cultura íbera, lo que sitúa al pueblo olcade dentro del ámbito del mundo ibero. Debido a sus contactos con los celtíberos por su cercana vecindad pudiera ser que sufrieran algún tipo de influencia cultural. Por algún motivo que se nos escapa, terremoto, guerra, o simplemente huyendo de sus enemigos o Cartagineses, estos iberos olcades de La Cava se pudieron refugiar más al sur, cerca de Iniesta o Abengibre.
Se conservan la mayoría de los platos que contenían rasgos epigráficos. Los textos de dos de los platos contienen escritura iberica aunque (según mi opinion, no la situaria mayoritariamente en la escritura meridional) y su datación se situaría aproximadamente en el siglo IV a.C. (imagen textos de AB.01.01a; AB.01.01b; AB.01.01c; AB.01.01d)
Basicamente son tres tipos de recipientes:
- Con el TIPO I tiene la colección del MAN un solo ejemplar. Se trata de un cuenco bajo de paredes continuas, no posee ni textos ni marcas. Su tipología y tecnología, como señalan Olmos y Perea (1991, 386), derivada de la tradición oriental, bien conocida en la Península.
- Con el TIPO II hay dos ejemplares en la colección del museo. Se trata de cuencos de perfil continuo y labio envasado. Ambos tienen palmetas decorativas, y ninguno de ellos tiene inscripciones ni otras marcas.
- Con el TIPO III se encuentra el grueso del conjunto: hay un total de 17 ejemplares en el MAN, de los cuales 7 presentan inscripciones. Se trata de piezas con ancho labio envasado de perfil convexo y con carena.
“Los platos se han fabricado total o parcialmente mediante el torno de entallar, aunque el martilleado y la soldadura también han sido empleados. Una sucesión de recocidos eliminaría la acritud del metal. En la antigüedad existían ya los conocimientos suficientes como para mantenerlos relucientes, a pesar de que no cabe descartar la opción de que se dejasen oxidar con el fin de adquirir el negro metálico que los equipararía a la vajilla cerámica. Su uso en la antigüedad y el paso del tiempo han causado numerosos deterioros en las piezas, coincidiendo que los más estropeados son aquellos con mayor número de grafitos”.
En lo que se refiere a los textos ibéricos que contienen, recogemos la cita de Cabré (1940, 66) “los platos de este lote que tienen inscripciones son siete, y debemos hacer constar que el que se reproduce en la figura 257 es el de mayor número de signos alfabéticos, pero que no se responde de la fidelidad exacta de la copia de los caracteres de la inscripción más larga, porque algunos están muy desvanecidos o son de ejecución muy débil y varios se hallan entre otras incisiones accidentales”.
Pero hay que resaltar que, las piezas que tienen inscripciones o textos, tienen unos signos distintivos, una "m" (ver significado aquí) que resalta y "ko" o "koka" meridional, o "go" nororiental, entiendo que no son marcas de propiedad o artesano, sino marcas de uso o colocación: Entiendo que son para colocar "arriba" de..(ko>>go , goian koka). Es posible que las espirales de plata fueran brazaletes o que fueran usadas en medio de los dos platos para nivelar, creo que el plato de abajo dispondria un líquido, agua presumiblemente, puesto que en los santuarios de la fertilidad era un elemento importante. Las plegarias en forma de inscripciones serian reflejadas en el líquido como en un espejo. Al igual que sucedia con la diosa preromana Ataegina, creo que aqui tambien, no era permitido nombrar directamente a la diosa por su nombre.
Según señalan Olmos y Perea (2004, 71) “Reencontramos la roseta en el medallón exterior del plato 38.211, pero aquí sin la función tectónica, integrada en la simetría del plato, de los anteriores ejemplos. Pues el motivo ocupa un lado, no el centro del medallón. Funciona, ante todo, como un símbolo. Es un motivo complejo. El núcleo lo forma una roseta o estrella de ocho puntas, del que surgen volutas y pétalos secundarios: expresa riqueza y naturaleza engendradora. No es mera fórmula decorativa. Hay una lógica compositiva. Al otro lado del círculo central, en posición similar, un león se relaciona con la vitalidad de la flor. Entre ambos, león y estrella-roseta, un epígrafe complementa el triple sintagma que deberá leerse, en nuestro trabajo definitivo, conjuntamente. (…) Hay también un prótomo de león, que surge con movimiento. Los rasgos esenciales se indican de manera rápida y sumaria: fauces abiertas con la lengua saliente y colmillos, en expresión de fiereza; un gran ojo abierto, vigilante, con la pupila señalada, y las melenas en movimiento, propias de los leones iberohelenísticos. La asociación entre el león y la extraordinaria estrella-flor no es casual. Leones y animales fabulosos como grifos protegen palmetas y árboles sagrados, desde época temprano-ibérica como en el grupo de Porcuna (NEGUERUELA, 1990: pp. 269-270). En Abengibre esta estrella floral, fecunda y recargada, es un signo sagrado, de fecundidad. Plata, fecundidad, y aristocracia se relacionan a través de los tres elementos de este fondo de plato, cuyo nexo precisamente es la inscripción. Otras inscripciones, formando círculos concéntricos en derredor, acentúan esta sobreabundancia. Suponemos que son posteriores a la decoración del medallón, espacio jerárquico preferente. Los signos (epigrafía, imagen y soporte) se relacionan, se combinan y se dotan de sentido mutuamente.”
Estos platos ceremoniales creo que son de un santuario, y por los textos votivos, de culto baalístico, muy extendido en aquella Iberia dominada por cartagineses.
El “baalismo”, era una antigua religión materialista de Canaán que choco con los adoradores de Jehová en Israel. El Baalismo consiste en la adoración de la fertilidad y la fecundidad. Los cananeos tenían una visión religiosa muy profunda de la sexualidad y del sexo, de tendencias casi místicas.
Religión o culto traído a Hispania por los fenicios y cartagineses, que adoraban a la diosa TANIT (Tanit faz de Ba'al) y a su consorte BA´AL. Su nombre se escribe Tnt (teniendo en cuenta la escrituras semíticas) que se pronuncia Tinit y significa "La que Llora". Para invocarla se decía: Tnt pn B'l (Tanit pene Ba'al) que significa "La que llora en el rostro de Ba'al". Se la llamaba también Balat o Baalit (la Señora) y su esposo era el dios solar B´lo Ba'al.
El general cartaginés Ani´baal, y anteriormente su cuñado Asdru´baal, controlaban en aquela epoca gran parte de la península ibérica.
Aníbal es un nombre de género masculino, de origen fenicio, que significa: «beneficiado con la gracia de Ba´al» o "deseado por Ba´al", Se hizo muy famoso por el general cartaginés hijo de Amílcar Barca y cuñado de Asdrúbal, qué significa "ayudado por Ba´al".
Ba´al (en semítico cananeo «amo» o «señor») es una antigua divinidad de varios pueblos, babilonios, caldeos, cartagineses, fenicios. Dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad.